"Primer encuentro con P. Piamarta" de Pier Giordano Cabra
CAPÍTULO NOVENO
Padre Piamarta quiere que sus jóvenes sean libres y fuertes; libres para no contaminarse por la mentalidad común y fuertes para actuar rectamente y distinguirse de la multitud; libres para no ser absorbidos por la masa y fuertes para ser líderes. Su tiempo estuvo lleno de contrastes sociales y políticos entre liberalismo y socialismo. El primero preocupado por la libertad y el segundo por la igualdad. Padre Piamarta siempre dijo a sus jóvenes que es necesario ser "libres para servir", insistiendo en las virtudes cívicas, a partir de la honestidad, del sentido por el deber, del sentirse comprometidos por la palabra dada, por la participación en la vida pública y por el sentido del servicio. A quien le hacía notar que hablaba poco de derechos, respondía que para aprender los propios derechos basta con una semana y que, en cambio, para aprender los propios deberes no basta con una vida.
Estaba convencido de que en la sociedad moderna o el joven se esfuerza como un apóstol o se arriesga en convertirse en un apóstata. O se empeña o desaparece. O ilumina o es absorbido por la oscuridad. Para Padre Piamarta el joven es apóstol cuando no se avergüenza de ser cristiano e, incluso más, cuando honra el nombre de cristiano con su comportamiento. Es apóstol aquel que es atento a las necesidades de los otros y está dispuesto a dejar las comodidades por hacer lo que le es posible hacer. En el año 1902 Padre Piamarta supo que se quería impedir la procesión ciudadana del Corpus Christi. Llamó a reunión a sus jóvenes y les pidió defender el recorrido. Ninguno se atrevió a poner algún obstáculo. Es apóstol el que está dispuesto a pagar en persona las propias ideas. Es apóstol el que "no sigue el camino del impío, sino que camina en la ley del Señor".
No quería jóvenes malhumorados, tristes, pesimistas, introvertidos, mal genios. Les repetía las "máximas" de San Felipe, que son unas sencillas frases de sabiduría humana y cristiana nacidas desde las profundas meditaciones espirituales y en la escuela de la vida:
- Hijos, estén alegres: escrúpulos y melancolía, fuera de mi casa.
- Bienaventurados ustedes, jóvenes, que tienen tiempo para hacer el bien.
- Es necesario trabajar, tienen que trabajar, porque Dios no sabe qué hacer con los
CAPÍTULO NOVENO
Padre Piamarta quiere que sus jóvenes sean libres y fuertes; libres para no contaminarse por la mentalidad común y fuertes para actuar rectamente y distinguirse de la multitud; libres para no ser absorbidos por la masa y fuertes para ser líderes. Su tiempo estuvo lleno de contrastes sociales y políticos entre liberalismo y socialismo. El primero preocupado por la libertad y el segundo por la igualdad. Padre Piamarta siempre dijo a sus jóvenes que es necesario ser "libres para servir", insistiendo en las virtudes cívicas, a partir de la honestidad, del sentido por el deber, del sentirse comprometidos por la palabra dada, por la participación en la vida pública y por el sentido del servicio. A quien le hacía notar que hablaba poco de derechos, respondía que para aprender los propios derechos basta con una semana y que, en cambio, para aprender los propios deberes no basta con una vida.
Estaba convencido de que en la sociedad moderna o el joven se esfuerza como un apóstol o se arriesga en convertirse en un apóstata. O se empeña o desaparece. O ilumina o es absorbido por la oscuridad. Para Padre Piamarta el joven es apóstol cuando no se avergüenza de ser cristiano e, incluso más, cuando honra el nombre de cristiano con su comportamiento. Es apóstol aquel que es atento a las necesidades de los otros y está dispuesto a dejar las comodidades por hacer lo que le es posible hacer. En el año 1902 Padre Piamarta supo que se quería impedir la procesión ciudadana del Corpus Christi. Llamó a reunión a sus jóvenes y les pidió defender el recorrido. Ninguno se atrevió a poner algún obstáculo. Es apóstol el que está dispuesto a pagar en persona las propias ideas. Es apóstol el que "no sigue el camino del impío, sino que camina en la ley del Señor".
No quería jóvenes malhumorados, tristes, pesimistas, introvertidos, mal genios. Les repetía las "máximas" de San Felipe, que son unas sencillas frases de sabiduría humana y cristiana nacidas desde las profundas meditaciones espirituales y en la escuela de la vida:
- Hijos, estén alegres: escrúpulos y melancolía, fuera de mi casa.
- Bienaventurados ustedes, jóvenes, que tienen tiempo para hacer el bien.
- Es necesario trabajar, tienen que trabajar, porque Dios no sabe qué hacer con los
perezosos.
- Sean buenos si pueden: el hombre que no reza es un animal sin razón.
- Hagan todo, pero no cometan pecados.
Y le gustaba mucho que los jóvenes mostraran su alegría, alternando el duro deber cotidiano con las actividades recreativas, los frecuentes campamentos en la montaña, el solemne canto coral, la solicitada banda musical y el aplaudido teatro, alcanzando en estas últimas un nivel de excelencia reconocidos en la ciudad y en la provincia.
En ocasión de la imponente inauguración del monumento al Redentor en el monte Guglielmo, el 20 de agosto de 1902, fue invitada la banda musical del Artigianelli. Jornada memorable: entre los muchos asistentes estaba sentado un niño que aplaudía, Juan Bautista Montini, que estaba destinado a ser famoso. A un siglo de distancia, ese niño está de nuevo presente en ese lugar con una estatua que lo presenta con la vestimenta del Romano Pontífice Pablo VI.
¡Quizás en las solitarias y limpias noches estrelladas escucha nuevamente con mucha alegría esas notas alegres y solemnes que Padre Piamarta ha llevado hasta allí ese día, como homenaje de los jóvenes al Redentor del mundo!.
- Sean buenos si pueden: el hombre que no reza es un animal sin razón.
- Hagan todo, pero no cometan pecados.
Y le gustaba mucho que los jóvenes mostraran su alegría, alternando el duro deber cotidiano con las actividades recreativas, los frecuentes campamentos en la montaña, el solemne canto coral, la solicitada banda musical y el aplaudido teatro, alcanzando en estas últimas un nivel de excelencia reconocidos en la ciudad y en la provincia.
En ocasión de la imponente inauguración del monumento al Redentor en el monte Guglielmo, el 20 de agosto de 1902, fue invitada la banda musical del Artigianelli. Jornada memorable: entre los muchos asistentes estaba sentado un niño que aplaudía, Juan Bautista Montini, que estaba destinado a ser famoso. A un siglo de distancia, ese niño está de nuevo presente en ese lugar con una estatua que lo presenta con la vestimenta del Romano Pontífice Pablo VI.
¡Quizás en las solitarias y limpias noches estrelladas escucha nuevamente con mucha alegría esas notas alegres y solemnes que Padre Piamarta ha llevado hasta allí ese día, como homenaje de los jóvenes al Redentor del mundo!.
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