CAPÍTULO SEXTO
El Instituto Artigianelli nace justo en el corazón del centro histórico de la ciudad de Brescia, en un ambiente que por miles de años estuvo permeado por el espíritu de san Benito, cuyo lema era "ora et labora". Napoleón suprimió el monasterio benedictino femenino de Santa Julia y algunos espacios fueron ocupados como cuarteles, mientras que el vasto "huerto" quedó sin ser cultivado. Es en este lugar que Padre Piamarta hace revivir el espíritu benedictino, convirtiéndolo en la ciudad del trabajo, es decir del "Pietas et labor", de la oración que anima el trabajo, el cual se convierte en el medio para ganarse la vida presente y la futura.
El ejemplo de unión entre oración y trabajo lo daba el mismo Padre Piamarta: se levantaba muy temprano, cerca de las cuatro de la mañana, para hacer dos horas y media de oración e, incluso, tres con la Santa Misa. Antes de abrir las ventanas de la tierra, abría las del cielo para recibir la luz y la fuerza. Después de esto, debía dedicarse a pensar en todo, porque era necesario hacerlo todo. De cuántas cosas debió interesarse Padre Piamarta, cosas sobre las que muchas veces no tenía la más mínima competencia, pero sobre las cuales se sentía en el deber de emprender "por amor, solo por amor" hacia sus niños y jóvenes.
¿Cómo decirle no a una madre viuda con varios hijos que le pedía con lágrimas acoger al menos a uno? ¿Cómo rechazar al párroco que venía con un niño triste y asustado, al que se le habían muerto los padres? ¿Cómo no encontrar un lugar para ese niño de apariencia audaz, pero que no sabía dónde ir a dormir en la noche?
¿Cómo decirle no a una madre viuda con varios hijos que le pedía con lágrimas acoger al menos a uno? ¿Cómo rechazar al párroco que venía con un niño triste y asustado, al que se le habían muerto los padres? ¿Cómo no encontrar un lugar para ese niño de apariencia audaz, pero que no sabía dónde ir a dormir en la noche?
Para sus niños debía proveer un puesto en la mesa, uno en el dormitorio, uno en el taller, uno en la escuela, en la iglesia, en la recreación. Era necesario implementar laboratorios, adquirir maquinarias, pedir la ayuda de colaboradores confiables, bienhechores generosos a los que no resultara difícil pedirles algo.
En la tarde, Padre Piamarta concluye la jornada con un alto en las actividades agradeciendo a Dios en la iglesia, después de haber estado con los niños y jóvenes, haciendo contratos, viendo a los albañiles, tratando con quien quizás quería engañarlo… Los días más amargos eran, sin embargo, aquellos en que tuvo que decir un doloroso "no" a alguna solicitud insistente para acoger a un nuevo niño: "no tenemos más espacio".
Se susurraba que podría haber fracasado prontamente, siendo un "poeta de la economía"… pero aprendió en la práctica a economizar sin perder la poesía de las cosas altas del espíritu y de la vida cotidiana. "Hagamos economía para aceptar a un huérfano más", decía frecuentemente.
En la tarde, Padre Piamarta concluye la jornada con un alto en las actividades agradeciendo a Dios en la iglesia, después de haber estado con los niños y jóvenes, haciendo contratos, viendo a los albañiles, tratando con quien quizás quería engañarlo… Los días más amargos eran, sin embargo, aquellos en que tuvo que decir un doloroso "no" a alguna solicitud insistente para acoger a un nuevo niño: "no tenemos más espacio".
Se susurraba que podría haber fracasado prontamente, siendo un "poeta de la economía"… pero aprendió en la práctica a economizar sin perder la poesía de las cosas altas del espíritu y de la vida cotidiana. "Hagamos economía para aceptar a un huérfano más", decía frecuentemente.
"Si hacemos nuestra parte, la Providencia hará la suya".
En cuanto a los talleres, comenzó con la tipografía "Queriniana", nombre que viene del doctísimo cardenal Querini, obispo de Brescia en la primera mitad del 1700. Esta tipografía será la cuna de una vigorosa imprenta católica citadina. Seguirán otros talleres, laboratorios y actividades: construcción, carpintería, herrería, sastrería, panadería, zapatería, mecánica, electricidad… un mar de iniciativas para alcanzar el desarrollo de las artes y los oficios, para ofrecer a sus jóvenes lo mejor… un mar de "tribulaciones y espinas"… pero también un mar de jóvenes salvados de la miseria y de la calle y convertidos en "excelentes artesanos, buenos cristianos, honestos ciudadanos". Algunos años después, en pleno boom de la industria, un periódico escribirá: "Buena parte de la maestranza de la fructífera industria bresciana ha salido del Instituto Artigianelli".
Padre Piamarta quería educar a hombres completos, con los pies en la tierra, pero con el corazón en alto, capaces de enfrentar el "aquí y ahora" y el "siempre", con el deseo de ganarse el honor en esta vida y de ser honrados en la vida del cielo, dignos ciudadanos de la Patria terrena y felices ciudadanos de la Patria celestial. No son pocos los que han demostrado que su trabajo no fue en vano.
En cuanto a los talleres, comenzó con la tipografía "Queriniana", nombre que viene del doctísimo cardenal Querini, obispo de Brescia en la primera mitad del 1700. Esta tipografía será la cuna de una vigorosa imprenta católica citadina. Seguirán otros talleres, laboratorios y actividades: construcción, carpintería, herrería, sastrería, panadería, zapatería, mecánica, electricidad… un mar de iniciativas para alcanzar el desarrollo de las artes y los oficios, para ofrecer a sus jóvenes lo mejor… un mar de "tribulaciones y espinas"… pero también un mar de jóvenes salvados de la miseria y de la calle y convertidos en "excelentes artesanos, buenos cristianos, honestos ciudadanos". Algunos años después, en pleno boom de la industria, un periódico escribirá: "Buena parte de la maestranza de la fructífera industria bresciana ha salido del Instituto Artigianelli".
Padre Piamarta quería educar a hombres completos, con los pies en la tierra, pero con el corazón en alto, capaces de enfrentar el "aquí y ahora" y el "siempre", con el deseo de ganarse el honor en esta vida y de ser honrados en la vida del cielo, dignos ciudadanos de la Patria terrena y felices ciudadanos de la Patria celestial. No son pocos los que han demostrado que su trabajo no fue en vano.
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