SACERDOTE, FONDATORE DELLA CONGREGAZIONE SACRA FAMIGLIA DI NAZARETH E DELLE UMILI SERVE DEL SIGNORE. IL 12 OTTOBRE 1997 PAPA GIOVANNI PAOLO II LO HA DICHIARATO BEATO. IL 21 OTTOBRE 2012 PADRE PIAMARTA E' STATO CANONIZZATO DA PAPA BENEDETTO XVI.
domenica 30 dicembre 2012
193 - DESPUÉS DE CIEN AÑOS
"Primer encuentro con P. Piamarta" de Pier Giordano Cabra
CAPÍTULO UNDÉCIMO
CAPÍTULO UNDÉCIMO
Los santos no viven solo en Dios, sino que continúan viviendo en sus obras, en sus enseñanzas, en la memoria de aquellos que los han conocido y en el corazón de quienes han beneficiado. Padre Piamarta ha dejado una familia religiosa que continúa su obra, cultiva su memoria y lo hace vivo actuando según su espíritu.
En su testamento había asegurado que acompañaría a los continuadores de su obra "desde el seno de Jesús bendito" y preveía la "continua y progresiva prosperidad" de cuanto había iniciado.
Después de cien años, Padre Piamarta obra entre los jóvenes en Italia, Brasil, Chile, Angola y Mozambique, en centros de acogida, en centros de formación profesional, en la asistencia a los "meninos da rua", en los sectores más pobres, en las escuelas, en las parroquias, en los internados. Siempre con los jóvenes y por los jóvenes. Siempre enseñando el programa evangélico: "Todo lo que hayan hecho a uno de estos más pequeños, lo habrán hecho a mí".
La impronta de Padre Piamarta se puede advertir en el espíritu de familia y de la colaboración con los laicos. Su Congregación está dedicada a la Sagrada Familia de Nazareth y quienes la componen se empeñan en vivir como una familia y a enfrentar la educación como se hace en una buena familia, con la necesaria comprensión de los problemas de los niños y jóvenes, exigiendo también toda su colaboración y cultivando el sentido de responsabilidad.
La colaboración de los laicos es fruto de la extensión de la familia religiosa, que abarca en su finalidad diversas competencias, generosas energías, ex alumnos que practican la "gratitud como máxima virtud", corazones sensibles al sufrimiento de los más pobres, personas con visión de futuro convencidas de que la educación es la tarea más importante y decisiva en el mundo de hoy.
¿Por qué no colaboras tú también con la obra de Padre Piamarta?
La promoción de la cultura cristiana también ha sido cultivada por la Editorial Queriniana, que ha contribuido, con su apertura internacional, a la renovación de la espiritualidad y del pensamiento teológico, según el espíritu del Concilio Vaticano II. Las primeras obras del teólogo Joseph Ratzinger, ahora Papa Benedicto XVI, han sido dadas a conocer en Italia por la Queriniana.
El 12 de octubre de 1997, la Iglesia ha reconocido oficialmente la vida santa y ejemplar de Padre Piamarta, declarándolo Beato. El pobre niño bresciano ha entrado en el rico cielo. El humilde sacerdote ha sido exaltado por la Iglesia y por la alegría de sus hijos. Aquél que estuvo cansado, que sufrió, que tal vez no fue comprendido, entra en la lista de aquellos que pueden ayudarnos a quienes estamos trabajando por hacer más humana la vida de los jóvenes, por comprender sus dificultades y su dignidad de hijos de Dios.
El 21 de Octubre de 2012, su santidad el Papa Benedicto XVI, lo canoniza en Roma y lo entrega a la Iglesia como San Juan Bautista Piamarta.
Oremos:
Oh Dios misericordioso, que has suscitado en San Juan Bautista Piamarta, sacerdote iluminado y ferviente, la preocupación por la educación de los jóvenes a la vida cristiana en el trabajo, en la familia y en la sociedad, concede que, por su intercesión, podamos vivir y actuar en tu amor providente de Padre y sentir la fuerza de tu ayuda para conseguir la Bienaventuranza eterna.
Por Cristo, nuestro Señor. Amén.
En su testamento había asegurado que acompañaría a los continuadores de su obra "desde el seno de Jesús bendito" y preveía la "continua y progresiva prosperidad" de cuanto había iniciado.
Después de cien años, Padre Piamarta obra entre los jóvenes en Italia, Brasil, Chile, Angola y Mozambique, en centros de acogida, en centros de formación profesional, en la asistencia a los "meninos da rua", en los sectores más pobres, en las escuelas, en las parroquias, en los internados. Siempre con los jóvenes y por los jóvenes. Siempre enseñando el programa evangélico: "Todo lo que hayan hecho a uno de estos más pequeños, lo habrán hecho a mí".
La impronta de Padre Piamarta se puede advertir en el espíritu de familia y de la colaboración con los laicos. Su Congregación está dedicada a la Sagrada Familia de Nazareth y quienes la componen se empeñan en vivir como una familia y a enfrentar la educación como se hace en una buena familia, con la necesaria comprensión de los problemas de los niños y jóvenes, exigiendo también toda su colaboración y cultivando el sentido de responsabilidad.
La colaboración de los laicos es fruto de la extensión de la familia religiosa, que abarca en su finalidad diversas competencias, generosas energías, ex alumnos que practican la "gratitud como máxima virtud", corazones sensibles al sufrimiento de los más pobres, personas con visión de futuro convencidas de que la educación es la tarea más importante y decisiva en el mundo de hoy.
¿Por qué no colaboras tú también con la obra de Padre Piamarta?
La promoción de la cultura cristiana también ha sido cultivada por la Editorial Queriniana, que ha contribuido, con su apertura internacional, a la renovación de la espiritualidad y del pensamiento teológico, según el espíritu del Concilio Vaticano II. Las primeras obras del teólogo Joseph Ratzinger, ahora Papa Benedicto XVI, han sido dadas a conocer en Italia por la Queriniana.
El 12 de octubre de 1997, la Iglesia ha reconocido oficialmente la vida santa y ejemplar de Padre Piamarta, declarándolo Beato. El pobre niño bresciano ha entrado en el rico cielo. El humilde sacerdote ha sido exaltado por la Iglesia y por la alegría de sus hijos. Aquél que estuvo cansado, que sufrió, que tal vez no fue comprendido, entra en la lista de aquellos que pueden ayudarnos a quienes estamos trabajando por hacer más humana la vida de los jóvenes, por comprender sus dificultades y su dignidad de hijos de Dios.
El 21 de Octubre de 2012, su santidad el Papa Benedicto XVI, lo canoniza en Roma y lo entrega a la Iglesia como San Juan Bautista Piamarta.
Oremos:
Oh Dios misericordioso, que has suscitado en San Juan Bautista Piamarta, sacerdote iluminado y ferviente, la preocupación por la educación de los jóvenes a la vida cristiana en el trabajo, en la familia y en la sociedad, concede que, por su intercesión, podamos vivir y actuar en tu amor providente de Padre y sentir la fuerza de tu ayuda para conseguir la Bienaventuranza eterna.
Por Cristo, nuestro Señor. Amén.
sabato 29 dicembre 2012
191 - ANNO 1912: 25° DELL'ISTITUTO ARTIGIANELLI
09. Dal “Diario” di Padre Piamarta di Pier Giordano
Cabra
I miei confratelli stanno organizzando per quest’anno la celebrazione del XXV dell’Istituto. Li ho dissuasi, ma poi ho dovuto cedere di fronte alle loro insistenze “per il bene dell’Istituto”.L’Istituto procede bene, ma nessuno può immaginare quanto mi sia costato.
Triboli e spine
“Ho cominciato quest’opera e i contrasti e i dolori,le disillusioni e le indifferenze e gli abbandoni anche per parte di persone su cui si era fondato tutto l’appoggio morale e materiale furono il mio pane quotidiano e continuano più che mai ad esserlo tuttora. La natura si ribella a tali trattamenti! Ma lo spirito sa che è appunto con tali caratteri che Iddio benedetto vuole contrassegnare le opere sue”.
Se penso alla storia di questi venticinque anni vedo che, “parlando da un punto di vista puramente umano, l’opera non fruttò che dolori, triboli e spine senza nome, pene incredibili, disinganni d’ogni genere”.
Spesso mi sono sentito “schiacciato sotto un peso enorme di pensieri, di occupazioni e tribolazioni: tutte cose inerenti all’opera che ho tra le mani e che, avendola con amore abbracciata per amore di Dio e per la salvezza della povera gioventù, oggi più che mai esposta a gravissimi pericoli, il Signore mi è largo del suo aiuto, onde possa portare lietamente il peso di questa grande croce”.
Infatti “le contraddizioni, anziché smuovere la nostra costanza devono fortemente rinvigorirla, perché la contraddizione è caparra del successo dell’opera. Bisogna diffidare sempre d’ogni impresa buona non contrariata. Quando il nemico del bene non si curasse di attraversare le nostre iniziative, sarebbe indizio che non gli fanno neppure paura”.
Pure le umiliazioni non sono mai mancate: “anche di queste benedico il Signore, perché mi servono mirabilmente a tenermi sempre molto, ma molto in basso, terra a terra, e affidarmi tutto fiduciosissimo nelle sole amorosissime braccia della Divina Provvidenza”
Il pane avanzato dalla tavola del Signore
Il pane avanzato dalla tavola del Signore
Ma la “fede sola è la vera panacea che ci fa, non dico solo tollerare ogni amarezza e dolore onde siamo infestati in questa misera vita, ma ci fa anche gloriosi di poter partecipare ai santi dolori e ignominie di Gesù Cristo. I dolori e le traversie d’ogni fatto, sono un pane avanzato dalla tavola di Gesù Cristo. Ed io in questi giorni, sto mangiandone la parte più dura”.
Ho constatato che è proprio vero che “le opere di Dio non prosperano che all’ombra della croce ed anche a volere che esse diano frutti copiosi,conviene che noi le andiamo innaffiando dei nostri sudori, delle nostre lacrime e perfino del nostro sangue: basta guardare a Gesù. Dopo tanti miracoli e tanto bene compiuto i suoi lo lasciano solo ed egli finì sulla croce”.
Tante fatiche in questi venticinque anni, ma anche tanti frutti, che il Signore ha fatto germogliare.
Mai tuttavia devo dimenticare che “facendo del bene al nostro prossimo, guardando a Dio solo, avverrà che quanto meno troveremo negli uomini rispondenza al bene loro fatto, tanto più copiosa sarà la mercede che ci riserva il Padre che è nei cieli”..
Oggi ho ricordato queste difficili realtà, perché chi si mette a fare il bene non si illuda.
Qui dobbiamo sudare per poter raccogliere un giorno una messe abbondante, che il Signore riserva a quelli che lo servono fedelmente.
Ho constatato che è proprio vero che “le opere di Dio non prosperano che all’ombra della croce ed anche a volere che esse diano frutti copiosi,conviene che noi le andiamo innaffiando dei nostri sudori, delle nostre lacrime e perfino del nostro sangue: basta guardare a Gesù. Dopo tanti miracoli e tanto bene compiuto i suoi lo lasciano solo ed egli finì sulla croce”.
Tante fatiche in questi venticinque anni, ma anche tanti frutti, che il Signore ha fatto germogliare.
Mai tuttavia devo dimenticare che “facendo del bene al nostro prossimo, guardando a Dio solo, avverrà che quanto meno troveremo negli uomini rispondenza al bene loro fatto, tanto più copiosa sarà la mercede che ci riserva il Padre che è nei cieli”..
Oggi ho ricordato queste difficili realtà, perché chi si mette a fare il bene non si illuda.
Qui dobbiamo sudare per poter raccogliere un giorno una messe abbondante, che il Signore riserva a quelli che lo servono fedelmente.
189 - FRATELLO DELL’UMANITA’
Un uomo nasce, nasce per amore
diventa grande e solo per amore,
il sogno vero è dar se stesso,
donare tutto in libertà,
ed essere felice quando il sole
tramonta sull’umanità.
E’ nato un uomo è nato per amore,
Piamarta uomo, un uomo del Signore,
ti guardi intorno c’è dolore
ed una voce dentro il cuore:
“Vieni con me, dona la vita
per un’anima sola che si salverà”.
Rit.
La festa dell’amore hai creato per noi,
Piamarta sei un padre sei un fratello per noi.
Vivi, gioca con noi, ama, vivi in noi.
Innamorato dell’uomo e del tuo Dio
ricerchi Lui nei poveri delusi.
E spezzi il pane della vita,
li chiami figli tuoi e poi
apri una casa e dai lavoro,
crei in mezzo alla gente credibilità.
La tua parola, parola del Signore
un entusiasmo per ogni creatura,
mille ragazzi intorno a te
hanno trovato un padre amico
che accoglie Cristo in ogni volto,
l’impossibile avviene perché Lui è in te.
Fuori dal tempo torni nell’eterno
i tuoi ragazzi moltiplicano amore
ed il tuo segno resta qui
acceso in mezzo a questa terra
dove lavori, parli e vivi
ogni giorno fratello dell’umanità.
Ascolta il canto
Fratello dell'Umanità
venerdì 28 dicembre 2012
domenica 23 dicembre 2012
187 - AYER Y MAÑANA
"Primer encuentro con P. Piamarta" de Pier Giordano Cabra
CAPÍTULO DÉCIMO
16 de Junio de 1912: un triunfo. En el Artigianelli se celebra el vigesimoquinto aniversario de la fundación del Instituto. Es una avalancha de reconocimientos: cartas y telegramas de todas partes, ex alumnos llegados en masa, presencia de autoridades civiles y religiosas, testimonios del inmenso bien realizado. Todos aplauden y se unen para festejar "la fundación de este grandioso Instituto que nació de tantas privaciones y fatigas, sudor y sacrificios", pero que está coronado "por una inmensa cantidad de queridos jóvenes, crecidos como verdaderos cristianos".El Instituto ahora es verdaderamente grandioso y bello. De la primera casa a hoy, el antiguo edificio ha sido agregado a los nuevos edificios, para ser completados con los vastos pórticos y la bella iglesia en el año 1907. Padre Piamarta escucha, pero parece ausente. Su mente está con los bienhechores, sin los cuales no habría podido hacer nada. Admira su generosidad y, también la confianza puesta en él, sin títulos y sin pruebas precedentes. "La gratitud debe ser la primera virtud del Instituto", continuará repitiendo. Los recuerda a cada uno, especialmente a los hermanos Marietta y Ángel Muzzarelli, junto a todas las personas humildes que han dedicado su vida a sus jóvenes, desde Filippa Freggia, la mamá de los primeros tiempos.
Padre Piamarta está feliz por el buen grupo de sacerdotes y hermanos religiosos que lo rodean y que garantizan la continuidad de la obra. Sabe que esta familia es el más bello don que el Señor le pudiera dar. Los ve dotados de verdadero espíritu sacerdotal y religioso, prácticos y activos, sensibles a los pobres. "Ahora tu siervo puede partir en paz", murmura en voz baja, "porque mis ojos han visto tu salvación, preparada" para tantos jóvenes y asegurada también después de mi partida.
Su más querido amigo, el de la aventura infantil en el monte Magdalena - ¿lo recuerdan? - le había escrito pocos días antes: "Tu ánimo tan sensible merece la más afectuosa admiración por parte de todos nuestros conciudadanos. Tú has justamente gozado un paraíso anticipado". El Paraíso en el cielo, quizás, respondió, "pero en el sentido puramente humano, la obra no me dio más que dolores, tribulaciones y espinas innumerables, penas increíbles, desengaños de todo tipo".
Incluso en medio de estas dificultades, la Providencia siempre lo guió y lo ayudó, pudiendo reconocer que la obra no fue querida por él, sino por Aquél que "provee a los más pequeños de sus hijos", de entre los que lo eligió a él, un pobre sacerdote, "una mancha de tinta en el libro de oro de la caridad", para demostrar que somos pequeños instrumentos en la mano omnipotente del Altísimo. Por esto Padre Piamarta recomienda "no centrase en los cálculos humanos", sino "confiarse siempre en la infaltable ayuda" de la Providencia de Dios, la que mantendrá en vida su obra para que la consideremos Suya.
Mirando hacia adelante en el tiempo, se siente seguro de que sus tantas fatigas no han sido inútiles y que él, "siervo inútil y débil", podrá ser más útil "en el seno de Jesús bendito", donde podrá seguir mejor "la continua y progresiva prosperidad de la obra" que el Señor le ha puesto entre las manos y que él, quizás, ya está listo para poner en las manos de sus sucesores.
Los aplausos lo hacen sonreír, pero él piensa en los jóvenes que habría podido ayudar y que no pudo, así como también en los que hoy no han venido y que él atendía."Ha llegado el tiempo de rezar más por ellos", porque si no los he visto aquí hoy, los veré en el Paraíso". Al Paraíso entrará el 25 de abril de 1913.
16 de Junio de 1912: un triunfo. En el Artigianelli se celebra el vigesimoquinto aniversario de la fundación del Instituto. Es una avalancha de reconocimientos: cartas y telegramas de todas partes, ex alumnos llegados en masa, presencia de autoridades civiles y religiosas, testimonios del inmenso bien realizado. Todos aplauden y se unen para festejar "la fundación de este grandioso Instituto que nació de tantas privaciones y fatigas, sudor y sacrificios", pero que está coronado "por una inmensa cantidad de queridos jóvenes, crecidos como verdaderos cristianos".El Instituto ahora es verdaderamente grandioso y bello. De la primera casa a hoy, el antiguo edificio ha sido agregado a los nuevos edificios, para ser completados con los vastos pórticos y la bella iglesia en el año 1907. Padre Piamarta escucha, pero parece ausente. Su mente está con los bienhechores, sin los cuales no habría podido hacer nada. Admira su generosidad y, también la confianza puesta en él, sin títulos y sin pruebas precedentes. "La gratitud debe ser la primera virtud del Instituto", continuará repitiendo. Los recuerda a cada uno, especialmente a los hermanos Marietta y Ángel Muzzarelli, junto a todas las personas humildes que han dedicado su vida a sus jóvenes, desde Filippa Freggia, la mamá de los primeros tiempos.
Padre Piamarta está feliz por el buen grupo de sacerdotes y hermanos religiosos que lo rodean y que garantizan la continuidad de la obra. Sabe que esta familia es el más bello don que el Señor le pudiera dar. Los ve dotados de verdadero espíritu sacerdotal y religioso, prácticos y activos, sensibles a los pobres. "Ahora tu siervo puede partir en paz", murmura en voz baja, "porque mis ojos han visto tu salvación, preparada" para tantos jóvenes y asegurada también después de mi partida.
Su más querido amigo, el de la aventura infantil en el monte Magdalena - ¿lo recuerdan? - le había escrito pocos días antes: "Tu ánimo tan sensible merece la más afectuosa admiración por parte de todos nuestros conciudadanos. Tú has justamente gozado un paraíso anticipado". El Paraíso en el cielo, quizás, respondió, "pero en el sentido puramente humano, la obra no me dio más que dolores, tribulaciones y espinas innumerables, penas increíbles, desengaños de todo tipo".
Incluso en medio de estas dificultades, la Providencia siempre lo guió y lo ayudó, pudiendo reconocer que la obra no fue querida por él, sino por Aquél que "provee a los más pequeños de sus hijos", de entre los que lo eligió a él, un pobre sacerdote, "una mancha de tinta en el libro de oro de la caridad", para demostrar que somos pequeños instrumentos en la mano omnipotente del Altísimo. Por esto Padre Piamarta recomienda "no centrase en los cálculos humanos", sino "confiarse siempre en la infaltable ayuda" de la Providencia de Dios, la que mantendrá en vida su obra para que la consideremos Suya.
Mirando hacia adelante en el tiempo, se siente seguro de que sus tantas fatigas no han sido inútiles y que él, "siervo inútil y débil", podrá ser más útil "en el seno de Jesús bendito", donde podrá seguir mejor "la continua y progresiva prosperidad de la obra" que el Señor le ha puesto entre las manos y que él, quizás, ya está listo para poner en las manos de sus sucesores.
Los aplausos lo hacen sonreír, pero él piensa en los jóvenes que habría podido ayudar y que no pudo, así como también en los que hoy no han venido y que él atendía."Ha llegado el tiempo de rezar más por ellos", porque si no los he visto aquí hoy, los veré en el Paraíso". Al Paraíso entrará el 25 de abril de 1913.
185 - AS ORIGENS
CAPÍTULO 1
João Batista Piamarta nasceu em Bréscia na 6a. feira do dia 26 de novembro de 1841.
Bréscia nesta época era uma cidade com pouco mais de 30.000 habitantes, pertencendo ao Reino Lombardo-Veneto, sob a dominação austríaca. A família Piamarta estava em Bréscia há duas gerações, tendo chegados ao Piemonte no início do século.
A família é pobre e vive no bairro popular de S. Faustino.
João Batista Piamarta nasceu em Bréscia na 6a. feira do dia 26 de novembro de 1841.
Bréscia nesta época era uma cidade com pouco mais de 30.000 habitantes, pertencendo ao Reino Lombardo-Veneto, sob a dominação austríaca. A família Piamarta estava em Bréscia há duas gerações, tendo chegados ao Piemonte no início do século.
A família é pobre e vive no bairro popular de S. Faustino.
O avô era sapateiro e o pai barbeiro: uma família como tantas outras do tempo, numerosa, preocupados com os problemas da sobrevivência quotidiana, uma daquelas famílias que vivem emprensadas em pequenos casebres, em bairros populares com ruas apertadas. O ponto comum de encontro das esquinas e das estradas é a igreja paroquial, verdadeiro lugar de socialização. Naturalmente, outro ponto de encontro para os homens é o bar, como para as mulheres é a fonte do bairro ou o Rio Garza e para os meninos é a estrada e as pequenas pontes sobre o rio, que, até então, escorriam livremente pelo bairro. A paróquia dos santos Faustino e Giovita é uma das mais populosas da cidade; é dedicada aos patronos de Bréscia, que, justamente por isso, merecem uma das igrejas mais majestosa. E, nessa igreja, vem batizado Joãozinho, no dia seguinte ao seu nascimento, sábado 27 de novembro de 1841. O sacerdote que celebra o rito da iniciação cristã era padre Luís Apollonio, um grande educador e distinto benfeitor, fundador do instituto para meninos abandonados “Derelitti”, um verdadeiro apóstolo da juventude. Uma pura coincidência?
O registro do batismo relata os seguintes dados: “Piamarta João Batista, filho de José e de Ferrari Regina, habitantes no bairro de S. Faustino n°. 3.104, casados na catedral em 20 de novembro de 1836, católicos”.
O pai é descrito por todos como um homem bom, dedicado ao seu trabalho, mas também à garrafa de vinho. E, quando embriagado, se torna violento. A mãe é “uma mulher cristã, no verdadeiro sentido da palavra e de grande bondade”; porém, não deixa faltar firmeza na educação dos filhos.
Joãozinho sente logo as dificuldades e a dureza da vida.
É vivaz, inquieto, gosta de pular, brincar, correr à margem do rio Garza, para cima e para baixo, pelas pontes em manobras impressionantes junto com os outros meninos, causando os primeiros problemas: e quando o pai está enfurecido não se contenta somente em repreendê-lo, mas lhe dá uma surra. E freqüentemente Joãozinho não entende o por quê.
O pai é descrito por todos como um homem bom, dedicado ao seu trabalho, mas também à garrafa de vinho. E, quando embriagado, se torna violento. A mãe é “uma mulher cristã, no verdadeiro sentido da palavra e de grande bondade”; porém, não deixa faltar firmeza na educação dos filhos.
Joãozinho sente logo as dificuldades e a dureza da vida.
É vivaz, inquieto, gosta de pular, brincar, correr à margem do rio Garza, para cima e para baixo, pelas pontes em manobras impressionantes junto com os outros meninos, causando os primeiros problemas: e quando o pai está enfurecido não se contenta somente em repreendê-lo, mas lhe dá uma surra. E freqüentemente Joãozinho não entende o por quê.
Por sorte tem a mãe, piíssima e afável, que o defende, não lhe deixa faltar o afeto, o educa à piedade, lhe faz gostar da igreja e, sobretudo, o encaminha ao oratório.
O caráter de Joãozinho é vivo e tenaz ao ponto de se tornar, às vezes, teimoso.
Recordamos aqui o famoso episódio da sopa. O transmitimos com as palavras da senhora Bice Trabucchi, que tinha escutado diretamente de padre Piamarta: “Quando isto aconteceu o garoto tinha sete ou oito anos. Uma noite a mãe tinha preparado para o jantar sopa de arroz com ervilhas. O menino empurrou o prato declarando firmemente que não comeria aquela sopa, porque não gostava. A mãe, calma e mansa, diz ao filho: “comerá a sopa ou irá para a cama com estômago vazio”. O menino se levanta e vai dormir. Na manhã seguinte na hora do café, no lugar de café e leite, tem no seu lugar a sopa da noite anterior e, para piorar, fria. Piamarta teima que não comerá. E a mãe tranqüila o manda para a escola, dizendo simplesmente: “quando terá fome, comerás”. O desafio se prolongou o dia todo sem que Joãozinho cedesse ..., mas finalmente a fome o derrotou e o pequeno rebelde se submeteu e pediu perdão.
Foi então, que a mãe, com firme doçura lhe fez entender como o homem deve trabalhar sobre si mesmo e começar desde criança a dominar a própria vontade. Ah! como agradeço, conclui o santo sacerdote, a minha mãe, que com um amor iluminado me ensinou a vigiar sobre a minha natureza teimosa.
Mas o menino faz logo também a experiência da passagem da morte, que vem bater prematuramente e freqüentemente na família: quando tem nove anos morre a irmã, com dois anos mais velha. No ano seguinte é o luto mais grave: perde a mãe. Aos treze anos, vê morrer outro irmão.
O caráter de Joãozinho é vivo e tenaz ao ponto de se tornar, às vezes, teimoso.
Recordamos aqui o famoso episódio da sopa. O transmitimos com as palavras da senhora Bice Trabucchi, que tinha escutado diretamente de padre Piamarta: “Quando isto aconteceu o garoto tinha sete ou oito anos. Uma noite a mãe tinha preparado para o jantar sopa de arroz com ervilhas. O menino empurrou o prato declarando firmemente que não comeria aquela sopa, porque não gostava. A mãe, calma e mansa, diz ao filho: “comerá a sopa ou irá para a cama com estômago vazio”. O menino se levanta e vai dormir. Na manhã seguinte na hora do café, no lugar de café e leite, tem no seu lugar a sopa da noite anterior e, para piorar, fria. Piamarta teima que não comerá. E a mãe tranqüila o manda para a escola, dizendo simplesmente: “quando terá fome, comerás”. O desafio se prolongou o dia todo sem que Joãozinho cedesse ..., mas finalmente a fome o derrotou e o pequeno rebelde se submeteu e pediu perdão.
Foi então, que a mãe, com firme doçura lhe fez entender como o homem deve trabalhar sobre si mesmo e começar desde criança a dominar a própria vontade. Ah! como agradeço, conclui o santo sacerdote, a minha mãe, que com um amor iluminado me ensinou a vigiar sobre a minha natureza teimosa.
Mas o menino faz logo também a experiência da passagem da morte, que vem bater prematuramente e freqüentemente na família: quando tem nove anos morre a irmã, com dois anos mais velha. No ano seguinte é o luto mais grave: perde a mãe. Aos treze anos, vê morrer outro irmão.
Permanece em casa com o pai e com o último dos irmãos, Luís Francisco.
Uma infância provada pela pobreza e pelos lutos, que deixarão sempre, também nos momentos de alegria, um véu de tristeza sobre a sua face e, sobretudo, abrirá no seu coração uma grande compaixão para com os meninos órfãos, pobres e abandonados.
A sua paixão de educador tem raízes também nessa dolorosa experiência.
Por sorte, o avô materno, um modesto torneiro, toma cuidado de sua educação: é um grande narrador de episódios da história profana e da história Sagrada, que incitam a fantasia do menino e lhe fazem sonhar grandes empreendimentos.
É outra característica da personalidade do futuro educador, que aprendeu já na infância: a grande paixão para com a história Sagrada e a particular capacidade de narrá-la aos seus meninos, deixando uma profunda lembrança na sua memória.
O espaço apertado de casa e a curiosidade da idade o impulsionam a sair para fora, ao aberto, e a tomar o rumo com as primeiras companhias de amigos mais espertos do que ele das coisas da cidade.
Uma infância provada pela pobreza e pelos lutos, que deixarão sempre, também nos momentos de alegria, um véu de tristeza sobre a sua face e, sobretudo, abrirá no seu coração uma grande compaixão para com os meninos órfãos, pobres e abandonados.
A sua paixão de educador tem raízes também nessa dolorosa experiência.
Por sorte, o avô materno, um modesto torneiro, toma cuidado de sua educação: é um grande narrador de episódios da história profana e da história Sagrada, que incitam a fantasia do menino e lhe fazem sonhar grandes empreendimentos.
É outra característica da personalidade do futuro educador, que aprendeu já na infância: a grande paixão para com a história Sagrada e a particular capacidade de narrá-la aos seus meninos, deixando uma profunda lembrança na sua memória.
O espaço apertado de casa e a curiosidade da idade o impulsionam a sair para fora, ao aberto, e a tomar o rumo com as primeiras companhias de amigos mais espertos do que ele das coisas da cidade.
E aqui o seu horizonte se alarga e começa a perceber também os problemas mais vivo do momento, a partir daqueles da pátria: os jogos são sempre jogos, mas algumas vezes se tornam perigosos justamente porque refletem o clima geral das tensões em confronto com a Áustria. Aquilo que é curioso é que a Áustria não administrava mal o seu império, ao contrário será lamentada, em seguida, mais de uma vez. Mas era presunçosa e isto irritava. Além de ter naturalmente o dúplice defeito de ser fundamentada em uma política de vigilância policial e, aquele mais grave, de não ser italiana. “Grupos de meninos, narra a história de Bréscia, divididos por paróquias, se recolhiam nas encostas e com bandeiras de papel com as cores italiana, húngaros e austríacos, iniciavam batalhas encenadas, nas quais as pedras voavam e frequentemente feriam de verdade. Porque a pior tocava sempre àqueles que representavam os austríacos, o povo aplaudia e, no entusiasmo, autênticos soldados austríacos se tornavam alvos preferidos de golpes bem certeiros.
O menino Piamarta cresceu neste ambiente, marcados por episódios de rivalidades, que mostravam claramente o clima, no qual nasceram os famosos “Dez dias de Bréscia”, uma heróica e azarada tentativa de rebelião e de independência da Áustria.
Para a cidade de Bréscia foram dias inesquecíveis pela revolta comum; com exceção de alguns nobres que tinham se refugiado em tempo no interior, a revolta foi geral.
Se o ressurgimento italiano geralmente não foi um fenômeno popular, mas de uma elite, o mesmo não se pode dizer da revolta bresciana.
O menino Piamarta cresceu neste ambiente, marcados por episódios de rivalidades, que mostravam claramente o clima, no qual nasceram os famosos “Dez dias de Bréscia”, uma heróica e azarada tentativa de rebelião e de independência da Áustria.
Para a cidade de Bréscia foram dias inesquecíveis pela revolta comum; com exceção de alguns nobres que tinham se refugiado em tempo no interior, a revolta foi geral.
Se o ressurgimento italiano geralmente não foi um fenômeno popular, mas de uma elite, o mesmo não se pode dizer da revolta bresciana.
Foi uma experiência intensíssima e traumática: em baixo os sinos tocavam alternadamente, no alto, do indestrutível e bem armado castelo, respondia o canhão, que lançava fogo e destruição sobre as casas.
Sobre os muros um povo se defendia com os fuzis contra os canhões de um exército muito bem organizado. O terrível comandante Haynau, admirado e estupefato pela garra dos brescianos, teve que recorrer ao terror para reprimir as últimas irredutíveis resistências: “ordenou que não se fizesse mais prisioneiros e fossem imediatamente massacrados todos aqueles que fossem pegos com arma na mão. As casas, da qual vinham disparados os tiros, eram incendiadas e assim aconteceu que o fogo, já iniciado, parte por ação das tropas e parte pelos bombardeios, se acendeu em muitos lugares”. Bréscia pagou caro por sua revolta: fuzilamento de populares em massa, impostos altíssimos e humilhantes (a Áustria fez pagar também as despesas do bombardeamento!).
Sobre os muros um povo se defendia com os fuzis contra os canhões de um exército muito bem organizado. O terrível comandante Haynau, admirado e estupefato pela garra dos brescianos, teve que recorrer ao terror para reprimir as últimas irredutíveis resistências: “ordenou que não se fizesse mais prisioneiros e fossem imediatamente massacrados todos aqueles que fossem pegos com arma na mão. As casas, da qual vinham disparados os tiros, eram incendiadas e assim aconteceu que o fogo, já iniciado, parte por ação das tropas e parte pelos bombardeios, se acendeu em muitos lugares”. Bréscia pagou caro por sua revolta: fuzilamento de populares em massa, impostos altíssimos e humilhantes (a Áustria fez pagar também as despesas do bombardeamento!).
E, mais tarde, a condenação à morte de Tito Speri, um inquieto, inteligentíssimo, generoso, sedutor de jovens nos dias da luta e um organizador da sucessiva resistência. Esteve antes no seminário, refugiando-se, sem verdadeira vocação depois de ser afastado das escolas ausbúrgicas, e depois de idéias de Mazzino.
A sua morte foi descrita como edificante e comovente: “Eu não vou à forca, mas sim às núpcias”, escrevia no dia antes da morte. E diante do patíbulo: “Vou a vós meu Deus: vou a vós, meu caro Jesus. Recebei-me no paraíso”.
Joãozinho tem oito anos e a experiência daqueles dias de sofrimento e de fogo, de indignação e de raiva, de comum entusiasmo e de grande desilusão, com um sentimento crescente de aversão contra a “tirania” e de amor para a liberdade, não serão nunca apagadas das suas primeiras impressões e do seu coração atento e sensível.
A sua morte foi descrita como edificante e comovente: “Eu não vou à forca, mas sim às núpcias”, escrevia no dia antes da morte. E diante do patíbulo: “Vou a vós meu Deus: vou a vós, meu caro Jesus. Recebei-me no paraíso”.
Joãozinho tem oito anos e a experiência daqueles dias de sofrimento e de fogo, de indignação e de raiva, de comum entusiasmo e de grande desilusão, com um sentimento crescente de aversão contra a “tirania” e de amor para a liberdade, não serão nunca apagadas das suas primeiras impressões e do seu coração atento e sensível.
Pouco tempo depois, quando tem treze anos, Joãozinho assiste a um acontecimento excepcional: a visita e a entrada solene na cidade do imperador Francisco José, que numa tentativa desesperada de pacificação com Bréscia levou consigo também a fascinante e jovem imperatriz, a célebre Sissi.
Mas é acolhido friamente, quase como se fosse um funeral, por uma população fechada num silencio sepulcral: nada a fazer com os brescianos. É uma verdadeira decepção vergonhosa para o casal imperial e para a própria Áustria. Também a imperatriz, em pranto, toma consciência que para a coroa imperial a cidade já está perdida, tal era o abismo de desconfiança e aversão que separavam as duas realidades.
Bem diverso é o espetáculo que o menino assiste, no clima eufórico da independência já sentida como próxima, à metade de 1859: em 6 de junho entra triunfalmente em Bréscia, apenas abandonada às escondidas pelas tropas imperiais, José Garibaldi, acolhido como libertador: “ele cavalgava naquele dia, em meio a acolhida de um povo quase delirante de alegria, com aquela sua postura, que às vezes, parecia um homem fora do nosso tempo, sem pensar ao momento e a si, somente intencionado em olhar em frente, longe”, escreverá um garibaldino com retórica, mas mostrando bem o clima que circundava o mítico herói libertador”.
O dia 16, toca a Vitório Emanuel II, o rei piemontês, que logo será o rei da Itália. Dois dias depois é a vez de Napoleão III, o imperador francês, aliado com o piemonte: também ele atravessava as ruas da cidade, acolhido pelo entusiasmo eufórico da multidão bresciana.
Os dois soberanos empreendem alguns dias depois a batalha decisiva com o imperador da Áustria, Francisco José; combate que determinou a passagem de Bréscia e da Lombardia da Áustria ao Piemonte e, portanto, à Itália.
Os dias depois de 25 de junho foram marcados por um mar de feridos que invadem a cidade, depois dos grandes e crudelíssimos combates de São Martinho e Solferino, as batalhas que decidem a sorte de Bréscia e da Lombardia. Os feridos são levados para Bréscia, única cidade próxima ao teatro dos dois terríveis massacres,: chegam mais de 35.000. Somente na catedral são alojados 600. A generosidade dos brescianos admira mais uma vez com uma assistência organizada e ordenada.
Não é por nada que a “cruz vermelha” nasce à vista dos horrores das duas batalhas e depois de ter observado a admirável organização dos socorros por parte dos brescianos.
Entre eles, naturalmente, se encontrava também Piamarta, com seus 18 anos, que recordará com comoção, mas também com certo prazer, a sua participação a assistência dos feridos franceses, hospedados em S.Cristo. Ele dizia brincando de ter aprendido o francês, ao oferecer sopa a eles: “voulez vous du bouillon? … Oui,oui, monsieur!”.
Os acontecimentos que vão de 1848 ao 1859 foram episódios decisivos para a história da Itália, mas também importante para a vida de um menino e de um jovem, que nunca esquecerá de pertencer a uma cidade que participou tão ativamente e unanimemente à construção do próprio futuro de liberdade. O seu caráter forte e decisivo, interessado ao futuro e aos problemas da pátria, vista quase sempre a partir da ótica de sua Bréscia, mas sobretudo às dificuldades da gente que sofre, foi influenciado inevitavelmente também por estes acontecimentos.
Foi, afinal, o tempo de sua infância e sua adolescência, um período movimentado, cheio de acontecimentos trágicos e heróicos, movidos e agitados por grandes paixões patrióticas e políticos vividos com firme determinação. Eventos e paixões que o colocaram em contato com os grandes problemas da liberdade da pátria e do sofrimento das pessoas, que sensibilizaram aos problemas da Itália, mas que também lhe abriram os olhos sobre o preço que é necessário pagar para realizar os ideais mais nobres.
Uma lição que lhe será útil para as suas decisões onde o mais alto idealismo tiveram que ser medido sempre à luz da realidade.
Mas é acolhido friamente, quase como se fosse um funeral, por uma população fechada num silencio sepulcral: nada a fazer com os brescianos. É uma verdadeira decepção vergonhosa para o casal imperial e para a própria Áustria. Também a imperatriz, em pranto, toma consciência que para a coroa imperial a cidade já está perdida, tal era o abismo de desconfiança e aversão que separavam as duas realidades.
Bem diverso é o espetáculo que o menino assiste, no clima eufórico da independência já sentida como próxima, à metade de 1859: em 6 de junho entra triunfalmente em Bréscia, apenas abandonada às escondidas pelas tropas imperiais, José Garibaldi, acolhido como libertador: “ele cavalgava naquele dia, em meio a acolhida de um povo quase delirante de alegria, com aquela sua postura, que às vezes, parecia um homem fora do nosso tempo, sem pensar ao momento e a si, somente intencionado em olhar em frente, longe”, escreverá um garibaldino com retórica, mas mostrando bem o clima que circundava o mítico herói libertador”.
O dia 16, toca a Vitório Emanuel II, o rei piemontês, que logo será o rei da Itália. Dois dias depois é a vez de Napoleão III, o imperador francês, aliado com o piemonte: também ele atravessava as ruas da cidade, acolhido pelo entusiasmo eufórico da multidão bresciana.
Os dois soberanos empreendem alguns dias depois a batalha decisiva com o imperador da Áustria, Francisco José; combate que determinou a passagem de Bréscia e da Lombardia da Áustria ao Piemonte e, portanto, à Itália.
Os dias depois de 25 de junho foram marcados por um mar de feridos que invadem a cidade, depois dos grandes e crudelíssimos combates de São Martinho e Solferino, as batalhas que decidem a sorte de Bréscia e da Lombardia. Os feridos são levados para Bréscia, única cidade próxima ao teatro dos dois terríveis massacres,: chegam mais de 35.000. Somente na catedral são alojados 600. A generosidade dos brescianos admira mais uma vez com uma assistência organizada e ordenada.
Não é por nada que a “cruz vermelha” nasce à vista dos horrores das duas batalhas e depois de ter observado a admirável organização dos socorros por parte dos brescianos.
Entre eles, naturalmente, se encontrava também Piamarta, com seus 18 anos, que recordará com comoção, mas também com certo prazer, a sua participação a assistência dos feridos franceses, hospedados em S.Cristo. Ele dizia brincando de ter aprendido o francês, ao oferecer sopa a eles: “voulez vous du bouillon? … Oui,oui, monsieur!”.
Os acontecimentos que vão de 1848 ao 1859 foram episódios decisivos para a história da Itália, mas também importante para a vida de um menino e de um jovem, que nunca esquecerá de pertencer a uma cidade que participou tão ativamente e unanimemente à construção do próprio futuro de liberdade. O seu caráter forte e decisivo, interessado ao futuro e aos problemas da pátria, vista quase sempre a partir da ótica de sua Bréscia, mas sobretudo às dificuldades da gente que sofre, foi influenciado inevitavelmente também por estes acontecimentos.
Foi, afinal, o tempo de sua infância e sua adolescência, um período movimentado, cheio de acontecimentos trágicos e heróicos, movidos e agitados por grandes paixões patrióticas e políticos vividos com firme determinação. Eventos e paixões que o colocaram em contato com os grandes problemas da liberdade da pátria e do sofrimento das pessoas, que sensibilizaram aos problemas da Itália, mas que também lhe abriram os olhos sobre o preço que é necessário pagar para realizar os ideais mais nobres.
Uma lição que lhe será útil para as suas decisões onde o mais alto idealismo tiveram que ser medido sempre à luz da realidade.
giovedì 20 dicembre 2012
domenica 16 dicembre 2012
183 - IERI E DOMANI
"Primo incontro con padre Piamarta" di Pier Giordano Cabra
Capitolo decimo
1. 16 giugno 1912: un trionfo. Agli Artigianelli si celebra il primo venticinquesimo anniversario della fondazione dell’Istituto. È una valanga di riconoscimenti: lettere e telegrammi da ogni parte, ex alunni accorsi in massa, presenza di autorità civili e religiose, testimonianze toccanti dell’immenso bene fatto: tutti plaudono e si uniscono a festeggiare “la fondazione di questo grandioso Istituto costata tanti stenti e fatiche, sudori e sacrifici”, ma che è coronato “da una immensa quantità di cari giovani, cresciuti ed usciti da veri cristiani”.
2. L’Istituto ora è davvero bello e grandioso. Dalla prima casupola ad oggi, i fabbricati si sono aggiunti ai fabbricati, per essere completati con i vasti portici e le bella chiesa nel 1907. Padre Piamarta ascolta, ma sembra assente. La sua mente va ai benefattori, senza i quali non avrebbe potuto fare nulla. Ammira la loro generosità, ma anche la fiducia posta in lui, senza titoli e senza prove precedenti.
“La gratitudine deve essere la prima virtù dell’Istituto”, continuerà a ripetere.
Li ricorda uno per uno, specialmente i fratelli Muzzarelli Marietta e Angelo, assieme a tutte le persone umili che hanno dedicato la loro vita ai suoi ragazzi, a partire da Filippa Freggia, la mamma dei primissimi tempi.
3. È lieto del bel gruppo di sacerdoti e religiosi fratelli che lo circondano e garantiscono la continuità dell’Opera. Sa che questa famiglia è il più bel dono che il Signore gli potesse fare. Li vede dotati di vero spirito sacerdotale e religioso e li vede pratici e attivi, sensibili ai poveri. “Ora il tuo servo può partire in pace” - mormora sotto voce - “perché i miei occhi hanno visto la tua salvezza, preparata” per tanti giovani e assicurata anche dopo la mia partenza.
4. Il suo più caro amico, quello dell’avventura precoce sulla Maddalena (lo ricordate?), gli aveva scritto pochi giorni prima: “L’animo tuo sensibilissimo merita la più affettuosa ammirazione da parte di tutti i nostri concittadini. Tu hai giustamente goduto un paradiso anticipato”. “Il Paradiso in cielo forse”, aveva risposto Padre Piamarta, “ma nel senso puramente umano l’opera non mi fruttò che dolori, triboli e spine senza numero, pene incredibili, disinganni di ogni genere”.
5. Proprio in mezzo a queste difficoltà, la Provvidenza l’aveva sempre guidato ed aiutato ed egli può riconoscere che l’opera non è stata voluta da lui, ma da Colui che “provvede ai più piccoli dei suoi figli”, il quale ha scelto lui, povero prete, “una macchia d’inchiostro in fondo al libro d’oro della carità”, per dimostrare che siamo piccoli strumenti nella mano onnipotente dell’Altissimo. Per questo raccomanda di “non far conto unicamente sui calcoli umani”, ma di “fidarsi sempre dell’immancabile aiuto di Dio”, che manterrà in vita la sua opera, finché la consideriamo Sua.
6. Guardando avanti nel tempo, si sente sicuro che tante sue fatiche non sono state inutili e che lui, “servo inutile e pigro”, potrà essere più utile “dal seno di Gesù benedetto”, donde potrà seguire meglio “la continua, progressiva prosperità dell’opera” che il Signore gli ha posto tra le mani e che egli è ormai pronto a passare alle mani dei suoi successori.
7. Gli applausi lo fanno sorridere, ma egli pensa a quei giovani che avrebbe potuto aiutare, ma non è riuscito, come a quelli che oggi non sono venuti e che lui attendeva.
“È giunto il tempo di pregare di più per loro”, perché se non li ho veduti qui oggi, li dovrò vedere in Paradiso”. In Paradiso entrerà il 25 aprile 1913.
Capitolo decimo
1. 16 giugno 1912: un trionfo. Agli Artigianelli si celebra il primo venticinquesimo anniversario della fondazione dell’Istituto. È una valanga di riconoscimenti: lettere e telegrammi da ogni parte, ex alunni accorsi in massa, presenza di autorità civili e religiose, testimonianze toccanti dell’immenso bene fatto: tutti plaudono e si uniscono a festeggiare “la fondazione di questo grandioso Istituto costata tanti stenti e fatiche, sudori e sacrifici”, ma che è coronato “da una immensa quantità di cari giovani, cresciuti ed usciti da veri cristiani”.
2. L’Istituto ora è davvero bello e grandioso. Dalla prima casupola ad oggi, i fabbricati si sono aggiunti ai fabbricati, per essere completati con i vasti portici e le bella chiesa nel 1907. Padre Piamarta ascolta, ma sembra assente. La sua mente va ai benefattori, senza i quali non avrebbe potuto fare nulla. Ammira la loro generosità, ma anche la fiducia posta in lui, senza titoli e senza prove precedenti.
“La gratitudine deve essere la prima virtù dell’Istituto”, continuerà a ripetere.
Li ricorda uno per uno, specialmente i fratelli Muzzarelli Marietta e Angelo, assieme a tutte le persone umili che hanno dedicato la loro vita ai suoi ragazzi, a partire da Filippa Freggia, la mamma dei primissimi tempi.
3. È lieto del bel gruppo di sacerdoti e religiosi fratelli che lo circondano e garantiscono la continuità dell’Opera. Sa che questa famiglia è il più bel dono che il Signore gli potesse fare. Li vede dotati di vero spirito sacerdotale e religioso e li vede pratici e attivi, sensibili ai poveri. “Ora il tuo servo può partire in pace” - mormora sotto voce - “perché i miei occhi hanno visto la tua salvezza, preparata” per tanti giovani e assicurata anche dopo la mia partenza.
4. Il suo più caro amico, quello dell’avventura precoce sulla Maddalena (lo ricordate?), gli aveva scritto pochi giorni prima: “L’animo tuo sensibilissimo merita la più affettuosa ammirazione da parte di tutti i nostri concittadini. Tu hai giustamente goduto un paradiso anticipato”. “Il Paradiso in cielo forse”, aveva risposto Padre Piamarta, “ma nel senso puramente umano l’opera non mi fruttò che dolori, triboli e spine senza numero, pene incredibili, disinganni di ogni genere”.
5. Proprio in mezzo a queste difficoltà, la Provvidenza l’aveva sempre guidato ed aiutato ed egli può riconoscere che l’opera non è stata voluta da lui, ma da Colui che “provvede ai più piccoli dei suoi figli”, il quale ha scelto lui, povero prete, “una macchia d’inchiostro in fondo al libro d’oro della carità”, per dimostrare che siamo piccoli strumenti nella mano onnipotente dell’Altissimo. Per questo raccomanda di “non far conto unicamente sui calcoli umani”, ma di “fidarsi sempre dell’immancabile aiuto di Dio”, che manterrà in vita la sua opera, finché la consideriamo Sua.
6. Guardando avanti nel tempo, si sente sicuro che tante sue fatiche non sono state inutili e che lui, “servo inutile e pigro”, potrà essere più utile “dal seno di Gesù benedetto”, donde potrà seguire meglio “la continua, progressiva prosperità dell’opera” che il Signore gli ha posto tra le mani e che egli è ormai pronto a passare alle mani dei suoi successori.
7. Gli applausi lo fanno sorridere, ma egli pensa a quei giovani che avrebbe potuto aiutare, ma non è riuscito, come a quelli che oggi non sono venuti e che lui attendeva.
“È giunto il tempo di pregare di più per loro”, perché se non li ho veduti qui oggi, li dovrò vedere in Paradiso”. In Paradiso entrerà il 25 aprile 1913.
181 - IL MIO ONOMASTICO
08. Dal “Diario” di Padre Piamarta di Pier Giordano
Cabra
Brescia 24 giugno 1911
Oggi è la festa di San Giovanni Battista e qui agli Artigianelli vorrebbero festeggiare il mio onomastico. Ma da anni preferisco, in questo giorno, ritirarmi a Gavardo presso le Suore Orsoline e riflettere un poco sul “mio santo”.
Giovanni Battista è presentato nel Vangelo come un nuovo Elia, il profeta che ha difeso i diritti di Dio e dei poveri, portando avanti la sua missione con straordinaria fortezza.
Ed io ho bisogno di fortezza, per continuare con la mia opera a favore dei poveri giovani, opera che è fonte di preoccupazioni continue sotto molti aspetti e che, fra l’altro, è “scossa dalle circostanze economiche. Soltanto il convitto lo scorso anno dovette sottostare alla perdita di Lire 20.000 e quest’anno. a quest’ora è già superata. Le spese di vitto e vestito sono accresciute enormemente a confronto del passato, per cui ci troviamo costretti ad imporci la più rigorosa economia, per non compromettere l’esistenza dell’Istituto”.
Ho bisogno della fortezza di Elia e di Giovanni Battista per richiamare prima di tutto a me stesso, e costantemente, la necessità di riporre tutta la fiducia nella divina Provvidenza che mi ha messo nelle mani quest’opera, perché non desista, come non possono desistere i padri e le madri di famiglia che devono sudare e faticare per far quadrare il bilancio e sono preoccupati della educazione dei loro figli.
Brescia 24 giugno 1911
Oggi è la festa di San Giovanni Battista e qui agli Artigianelli vorrebbero festeggiare il mio onomastico. Ma da anni preferisco, in questo giorno, ritirarmi a Gavardo presso le Suore Orsoline e riflettere un poco sul “mio santo”.
Giovanni Battista è presentato nel Vangelo come un nuovo Elia, il profeta che ha difeso i diritti di Dio e dei poveri, portando avanti la sua missione con straordinaria fortezza.
Ed io ho bisogno di fortezza, per continuare con la mia opera a favore dei poveri giovani, opera che è fonte di preoccupazioni continue sotto molti aspetti e che, fra l’altro, è “scossa dalle circostanze economiche. Soltanto il convitto lo scorso anno dovette sottostare alla perdita di Lire 20.000 e quest’anno. a quest’ora è già superata. Le spese di vitto e vestito sono accresciute enormemente a confronto del passato, per cui ci troviamo costretti ad imporci la più rigorosa economia, per non compromettere l’esistenza dell’Istituto”.
Ho bisogno della fortezza di Elia e di Giovanni Battista per richiamare prima di tutto a me stesso, e costantemente, la necessità di riporre tutta la fiducia nella divina Provvidenza che mi ha messo nelle mani quest’opera, perché non desista, come non possono desistere i padri e le madri di famiglia che devono sudare e faticare per far quadrare il bilancio e sono preoccupati della educazione dei loro figli.
Come i genitori
Sento inoltre che questo assillante impegno per la questione economica e per una buona educazione dei ragazzi, mi avvicina alle preoccupazioni che la povera gente ha nei confronti dei gravosi problemi di ogni giorno e mi induce a non giudicare con troppa facilità le insufficienze delle povere famiglie. D’altra parte vedo che le preoccupazioni economiche assorbono tali e tante energie,da far correre il rischio di dimenticare il sostegno unico che viene dalla fede. Nelle mie condizioni, penso di essere in grado di comprendere meglio i miracoli che deve compiere la povera gente, per sopravvivere, con l’annessa tentazione di far servire la religione a un mezzo tirare avanti, riducendo il rapporto con Dio a una richiesta di aiuto nelle cose temporali.
Ecco perché il giorno del mio onomastico mi ritiro volentieri in un luogo appartato, come faceva Giovanni Battista, per ottenere dal Signore la forza di servirlo nelle mie fatiche, come vuole Lui e senza lasciarmi travolgere dal “terribile quotidiano”. Desidero essere servo di Dio, per meglio servire i suoi figli. Giovanni Battista è per me un esempio di fedeltà alla sua missione, di fortezza di fronte agli ostacoli, di coraggio nell’affrontare l’imprevisto, di impegno nelle cose che si devono fare e nello stesso tempo di coerenza nel richiamare alla realtà più vera delle cose, che non siamo cioè noi Dio, ma che possiamo e dobbiamo confidare in Lui.
Una fuga necessaria
Ecco perché il giorno del mio onomastico mi ritiro volentieri in un luogo appartato, come faceva Giovanni Battista, per ottenere dal Signore la forza di servirlo nelle mie fatiche, come vuole Lui e senza lasciarmi travolgere dal “terribile quotidiano”. Desidero essere servo di Dio, per meglio servire i suoi figli. Giovanni Battista è per me un esempio di fedeltà alla sua missione, di fortezza di fronte agli ostacoli, di coraggio nell’affrontare l’imprevisto, di impegno nelle cose che si devono fare e nello stesso tempo di coerenza nel richiamare alla realtà più vera delle cose, che non siamo cioè noi Dio, ma che possiamo e dobbiamo confidare in Lui.
Una fuga necessaria
I miei confratelli giudicano questa mia “fuga” annuale un atto di umiltà, per evitare festeggiamenti. Per me invece è una necessità, per rientrare più sinceramente in me stesso ed esaminare con calma le motivazioni del mio agire. Il ritirarsi di quando in quando non è una fuga, ma un entrare nella profondità delle cose di ogni giorno. E’ necessario vedere l’arricchimento che viene dal silenzio, l’invisibile che si nasconde dietro il visibile, l’eterno che matura nel tempo, la gioia che si accumula nelle tribolazioni, la luce che preme dentro le nebbie.
San Giovanni Battista, fammi degno del tuo nome che porto indegnamente!
180 - ALCUNI EX - ALLIEVI DELL'ISTITUTO ARTIGIANELLI
Gli ex allievi degli Artigianelli si sono ritrovati per festeggiare il «loro»
santo Giovanni Piamarta
mercoledì 12 dicembre 2012
179 - INNO A PADRE GIOVANNI BATTISTA PIAMARTA
Carità e Speranza insegnasti ai giovani,
nella Provvidenza brillava il tuo domani.
Padre Piamarta Servo del Signore
splendi ora nei cieli della luce di Cristo.
Guardasti agli ultimi, al loro domani
e desti loro la fiducia nel Signore.
Tu fosti apostolo della gioventù,
tu testimone del Signore nella società.
nella Provvidenza brillava il tuo domani.
Padre Piamarta Servo del Signore
splendi ora nei cieli della luce di Cristo.
Guardasti agli ultimi, al loro domani
e desti loro la fiducia nel Signore.
Tu fosti apostolo della gioventù,
tu testimone del Signore nella società.
Nel tuo Signore era la tua forza
il nutrimento quotidiano del tuo spirito.
Uomo di Dio guida nella fede,
tu testimone di Speranza nella società.
Ed oggi ancora noi guardiamo a te,
e ci sentiamo confortati dal tuo esempio.
Davanti a Dio prega per noi tutti,
tu che hai donato la tua vita con amore.
Iscriviti a:
Post (Atom)